lunes, 25 de enero de 2010

SOMBRAS CARMESÍES



Se abalanzó sobre su cuello de nácar y la mordió, primero bruscamente, después con delectación, sintiendo como el peso del cuerpo de ella se desvanecía entre sus brazos, sin llegar a desfallecer ni a desplomarse. La misma fuerza de la succión la mantenía en pie, impidiéndole caer, levitando casi.


Un hilo de sangre le resbalaba por el cuello, suave y cálido. Un surco granate que recorría lentamente la piel de seda de la muchacha, descendiendo camino del pecho turgente.

Recién incorporada de la alcoba, enredada en el abismo del sueño , no había tenido tiempo de cubrir la blancura deslumbrante de su cuerpo con ninguna prenda. Al poner un pie en la mullida alfombra, una sombra vertiginosamente rápida cayó sobre ella, inmovilizándola.

Unos leves gemidos se escapaban de sus labios entreabiertos. Un jadeo intermitente y tímido casi inaudible, acompasado a su respiración. La pelusilla rubia del vientre se le había erizado y las piernas le flaqueaban.

Le costaba trabajo percibir las formas con nitidez, los ojos enturbiados, semicerrados, en estado de trance envuelta por las tinieblas. Saciado, el no-muerto, con los ojos inyectados en sangre levantó su rostro y fijó la mirada en el dintel de la puerta. Unos pasos se oían por las escaleras….



Del libro de relatos inéditos “ Cuentos sin fin” de Casiano López.


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