jueves, 26 de noviembre de 2009

TORMENTA



Una profunda oscuridad engullió la ciudad vertiginosamente. Una negrura infinita y densa, sin matices , cubrió las amplias avenidas y las calles más recónditas al mismo tiempo. Lo mismo las casas que los apartamentos, los edificios que los rascacielos, quedaron sumidos en las tinieblas.


La luz desapareció casi por ensalmo y no se veía ninguna luminaria hasta donde alcanzaba la vista. En la amplia casa, en las habitaciones mudas no se percibía ningún sonido. Solo el lento goteo de un grifo mal cerrado, parsimonioso y regular, marcando el ritmo de un tiempo que se daba a la fuga.

Era lunes por la noche y el mes, noviembre. Faltaban días escasos para que acabara el año. Durante la mañana un calor bochornoso, pegajoso y molesto estuvo presente , equivocadamente, alterando los ánimos y fastidiando el trabajo.

Zoe se acercó a la ventana pisando la moqueta como lo haría un gato sigiloso. Tropezó con los pies descalzos con un libro caído al suelo. Se agachó para cogerlo y al incorporarse, el resplandor de un rayo brutal iluminó la estancia un breve segundo, cayendo sobre el cielo lejano del edificio que tenía enfrente.

Se asustó con el estruendo de la tormenta y con un detalle inesperado al que no había prestado atención . Le pareció haber visto una forma, un bulto sin definir junto a la estantería, al producirse el fogonazo que provocó el rayo . No puede ser, se dijo para infundirse ánimo. Aquí no hay nadie.

Entonces, la luz del pasillo se encendió sola.

Del libro inédito “ Cuentos sin fin” de Casiano López.

domingo, 22 de noviembre de 2009

EL ALMA A OSCURAS



Destiñe el corazón la mirada,


los paisajes sombríos,

cruzados de niebla

que se deshilvana.



Los cristales empañados,

la visión borrosa,

el crepúsculo que trepa

con su oscuridad latente.



El polvo sobre los libros,

la ropa tirada de cualquier forma,

los pies desnudos que caminan,

las cartas sin abrir,

encima de la mesa.



El silencio que rasga el teléfono

mudo,

el alma se diluye en el aguacero

mezclada entre la arena,

las hojas muertas y los guijarros.

Se pierde veloz

camino del sumidero.

sábado, 21 de noviembre de 2009

LEAN


LEAN


Háganme un favor: lean y después de esta breve parrafada, vuelvan a leer si no les incomoda en exceso. Lean en sus casas, en el trabajo, a hurtadillas – si la presión y los jefes lo permiten- lean por las calles, en el campo o en la ciudad, desnudos en el dormitorio, o vestidos en el salón, arrellanados confortablemente en su sillón preferido o en la taza de su retrete.

Lean por costumbre o por necesidad. Igual que las comidas, el vasito de tinto, la charla amigable, la cerveza o el placer fugaz del sexo, inscríbanlo entre sus actividades imprescindibles. Da igual un capítulo, un párrafo corto o un par de páginas. Da lo mismo un periódico que un librito que un novelón interminable.

Siéntense y pidan como los niños chicos el pecho, a demanda. Leer no perjudica ni se derivan efectos secundarios irreversibles tras las tomas. Auséntense un ratito del diario trajinar. Vivan otras vidas: sean ricos o pobres, aventureros o cobardes, nobles o plebeyos, monjas o redomadas putas si es su voluntad.

Viajen por el mundo sin moverse de su butaca. Conozcan otras gentes, otras culturas que le enriquecerán sin duda, y si lo que quieren es viajar el pasado o dar un salto al futuro que aún no ha llegado, vayan al estante o a la biblioteca más cercana y compren el billete para iniciar la aventura. Cuando regresen serán mejores personas. La experiencia es la madre de la ciencia como se ha comprobado y a más vidas escanciadas, mayor poso vital acumulado.

Háganme un favor, lean, y que sus hijos los vean. Y regálenles libros para que se aficionen y practiquen. Vuelvan a lo primitivo. Que olviden la TV, los juegos de maquinitas, las inevitables consolas.

No hay nada como un libro. Se lo agradecerán con los años. Da igual la ocasión. Un libro nunca está de más. Lean hasta el extremo de que cuando no haya más sitio sea natural colgar los libros de los árboles.

Por favor, insisto: lean. No se arrepentirán.


miércoles, 18 de noviembre de 2009

UN MUNDO ROMÁNTICO


UN MUNDO ROMÁNTICO


Qué distintas las callejas y paisajes de aquel Ubrique pintados con esmero y pulcritud por Juan Carrasco León- verdaderos remansos de paz y calma sin estrépito- en comparación con el vértigo y frenesí del Ubrique actual, con sus coches, sus antenas y sus zanjas por doquier.

Si alguna vez este pueblo blanco de la sierra de Cádiz se aproximó a una visión cercana a lo que uno concibe como un paraíso terrenal, debe andar por las fechas por las que Juan Carrasco busca la belleza virgen de las calles de Ubrique y de otros pueblos singulares, para dejarlos plasmados en su obra primigenia y en la posterior evolución escalonada que atestiguan sus cuadros.

Qué delicia, guiado por el corazón y sus impulsos y apoyado en la razón y sus pinceles, el sentir la luz- milagro indiscutible- que resalta la blancura inmaculada de esos rincones a los que ahora reencontramos y a los que el paso de los años y la acción del hombre inconsciente han hecho perder parte de su encanto.

Reflejar sobre el lienzo o la tabla esos espacios en los que el hombre aún encaja en su verdadera medida y no aparece fuera de cacho ni de lugar. Lo que Juan Carrasco tantea –autodidacta al principio- es la búsqueda de una belleza definitiva que se muestra evidente ante los ojos de los que saben mirar apercibiéndose de lo que subyace debajo y que poseedores del oficio y del don pueden traducirla expresivamente por medio de trazos, pinceladas y colores sabiamente dispuestos.

Y así es como aparecen en esta magnífica exposición que se nos muestra en la Ermita de San Juan de Letrán, compuesta por 23 cuadros en los que predominan los paisajes y las calles de Ubrique, junto a algunos meritorios estudios de obras de Murillo y Sorolla, amén de otros géneros como el bodegón sin desdeñar su faceta como repujador y artesano, de la que también se exhibe un sobrado y valioso testimonio.

Destacan de todas las obras expuestas en esta novísima Sala – con ser significativas- una en particular que muestra una calle del pueblo realizada siguiendo el estilo y la técnica del que fue verdadera piedra angular de la que deriva una rama de la escuela paisajística ubriqueña si puede permitirse dicha licencia.

Nos referimos a Pedro de Matheu, amigo personal de Paco Peña y de Juan Carrasco, al que sus continuas estancias en Ubrique –en busca de esa luz a la que hecho referencia en tantas ocasiones- marcó el quehacer pictórico de ambos, dejándole una huella indeleble que se rastrea con facilidad en artistas posteriores generacionalmente, que tampoco pudieron sustraerse a la maestría y el buen hacer de ese compatriota de origen salvadoreño, corazón hispano, sólida cultura y exquisita formación francesa.

Matheu bajó al Sur buscando el grial de su luz y recaló en Ubrique donde sembró una semilla vital que dio sus frutos en artistas como Juan Carrasco y cuyas obras, sencillas, sinceras, delicadas, luminosas y realistas son el pasaporte a un tiempo y a una edad del oro que se marchó definitivamente. A un Ubrique romántico y nostálgico, poblado de rincones mágicos y cautivadores, cuya esencia quedó atrapada para siempre en estas obras por las que el amigo Juan guió su mano después de que sus ojos y su corazón desentrañaran el misterio insondable que todos los artistas persiguen, frágil como una voluta de humo, inalcanzable como los sueños.

A Juan Carrasco y a su familia, felicidades y gracias.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Llamaradas





Las llamaradas violetas reflejos

en el cristal,

las tibias oquedades que voy dejando

a mi paso,

que me siguen

habitación tras habitación,

en un halo

de piel delgadísima,

extremadamente sutil,

no puede abrumarme la soledad

si cerca de mis pasos,

otros que también son yo,

callados, me acompañan.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

PROPIEDADES DEL MATRIMONIO






Resulta curioso que el matrimonio sea un factor de estabilidad que proporciona saludables ventajas a la pareja y a los hijos, y que a la vez el número de divorcios se incremente cada año, aumentando su cifra un 300% como ha ocurrido en España entre los años 1999 y el 2008.

Paradojas de la vida, puede esgrimirse para tratar de explicar esa sorprendente dualidad. A lo que se ve , vivir juntos tiene más ventajas que hacerlo por separado, la prole sufrirá menos adversidades y hasta es posible que el rendimiento escolar sea más alto. Lo que nadie explica adecuadamente es cuál es la fórmula – si existe- para lograr esa armonía idílica a la que no parece afectarle el paso de los años, ni el desgaste de los días ni los desengaños- si los hubiere- que se van acumulando por el camino y que forman parte inevitable del juego del amor.

A la primera atracción sexual que da lugar a la pareja, poderosa e imantadora para los cónyuges , le sigue luego un período mesetario- más asentado- en la que los encuentros son esporádicos e irregulares, después del frenesí inicial y volcánico. Cuando por fin llegan los hijos, la caída del deseo puede marcar un antes y un después en la pareja, atareada como está en sacar adelante a los vástagos, sacrificando si es necesario las parcelas comunes. No es que el sexo lo sea todo- qué va- . Lo único es que es un buen desestresante, favorece la convivencia y estabiliza el amor. Ni más ni menos. Con la edad, ese elixir se va diluyendo y va quedando- también muy importante- el cariño y el afecto surgidos de una buena convivencia.

En tiempos procelosos como los que corren actualmente, desbocados, de crisis y recesiones, paro y depresiones, frustraciones y poca estima, según se confirma por centenares de estudios, el matrimonio puede ser un excelente islote que nos salve de la debacle que nos rodea. Los padres tendremos una mayor esperanza de vida y una menor posibilidad de sufrir algún tipo de trastorno mental, no sucumbiremos a la vía fácil del escape del alcohol y es posible que se reduzca la violencia doméstica.

Los que no gocen de esta burbuja protectora, las madres solteras o divorciadas, los separados o divorciados, estarán expuestos al peligro de una mayor mortalidad o un mayor índice de suicidios. Una perspectiva nada halagüeña , pues, para los que ya no viven emparejados. De todas formas habría que preguntar a este segmento de población cual es su opinión de estos vaticinios y si realmente se sienten tan mal solos que llegan a añorar a sus antiguas parejas, temiendo por su salud.

En fin, en el amor y en la guerra nunca se sabe. Qué decir entonces a los que piensan que el matrimonio es el primer paso hacia el divorcio, incapacitados para vivir diariamente uno junto al otro, superando los embates y dificultades de la vida y que al poco tiempo de casados, se despiertan cada mañana con un extraño en la cama.

¿ Por donde se escapó la felicidad?

viernes, 6 de noviembre de 2009


LAS CIUDADES DE RAFAEL
El cielo se torna gris ceniza. Se encapota y se cubre con una infinita variedad de grises cambiantes, para que noviembre se sienta a gusto, y las luces amortiguadas de los días mortecinos se vayan acompasando al verdadero otoño.
Gris como el color del asfalto. Como las nubes que ocultan la sierra. Como la melancolía que destilan los grises días de nuestra vida. Como la atmosfera irrespirable de las grandes urbes. Como el vaho gris que besa las cristaleras de las agujas enhiestas de los rascacielos. Gris como la soledad cortante de una habitación de hotel. Como la gasa indolora que nos aprisiona el corazón o los raíles desgastados de una estación de tren – gris y polvoriento – animal cansado que va a ninguna parte.
Megalópolis, autopistas, calles urbanas, calles de pueblo, ventanas, carreteras, paisajes de ciudad o rurales, bodegones quietos, este es el universo particular del artista ubriqueño Rafael Domínguez . En las 23 obras que expone en el Claustro del Convento de Capuchinos de Ubrique, a modo de retrospectiva, puede seguirse a la perfección el hilo conductor que lleva desde los primeros cuadros a los más recientes.
Se puede seguir sin obstáculos la senda por donde el pintor indaga y va perfeccionando una técnica que se convierte en depurada a fuer de experimentar sobre una temática- como es la de los grandes espacios urbanos poblados de avenidas y automóviles – que se presta al juego de las texturas , las perspectivas y los efectos luminosos, partiendo de grandes manchas de oscuridad en las que se construye la arquitectura de estas ciudades deshumanizadas donde no aparece ninguna referencia humana como tal, y que valen también para cuadros de formatos más pequeños y resultones.
Siguiendo este pálpito que le ha dado grandes satisfacciones y reconocimientos públicos, Rafael Domínguez marca una línea y se dota de un estilo que lo identifica entre los demás pintores, como podemos ver en las obras que cuelga en el Patio del Convento.
Con dominantes agrisadas y oscuras, más la calidez en el tratamiento de los ocres y el eficaz efecto de las luces, ganan los cuadros en densidad y misterio, que el pintor resuelve con seguridad y destreza.
Quedan atrás los primeros balbuceos y tanteos preliminares en busca de un camino que ahora , en este año del 2009, recorre Rafael con la determinación del que sabe que aún queda mucho por descubrir, y que aunque parezca que ya se ha dicho todo en el mundo de la pintura, solamente es una verdad a medias, pues cada pintor es consciente de que cada cual tiene su forma peculiar de expresarse, su propio acento y por ahí debe seguir. Por todo ello le felicitamos y animamos sabiendo que va por el buen camino.
Con el ciclo de exposiciones del Convento se atestigua mes a mes el excelente estado de salud de la pintura ubriqueña , en la que conviven a la perfección los artistas de dilatada trayectoria y consolidación con el impulso renovador de los más nuevos, que llevan tiempo empujando con fuerza el carro de una enseña que ya es bandera y seña de identidad de Ubrique.

jueves, 5 de noviembre de 2009


EL VIEJO CONTADOR DE HISTORIAS
“ Siempre he procurado tomar las cosas como vienen, vivir el presente en cada momento”. Con esa filosofía que encierra tanto significado, el maestro Francisco Ayala- a la que la Parca se cansó de esperar 103 largos años- encaraba la vida que le tocó en suerte.
No detenerse nunca. Nunca darse por vencido. Tener un norte al que dirigir los pasos. Una ilusión, un objetivo. La vista hacia al frente siempre. No mirar atrás, allí donde la felicidad se refugia un instante tras evaporarse, fugaz.
El brillo en los ojos, la chispa del entendimiento y la sensibilidad a flor de piel, aunque ésta se vaya ajando, apergaminando y adelgazando por la edad, cansado el corazón por las ausencias y las atrocidades del siglo que vivió como testigo excepcional, interiorizando las vivencias para volcarlas en la escritura, facilitándoles a los que vengan el testimonio inapelable del que estuvo allí.
La mirada ávida, la memoria prodigiosa que atesora el recuerdo de las mil hebras de los días pasados, los hilos que conforman lo que fuimos, lo que somos.
Nada se le escapaba a esos ojillos inquietos que se reflejan en el espejo- perdón por estar aquí todavía- ni las ausencias, ni los despojos que van quedando atrás, ni el rescoldo de las llamas apagadas, ni los cascotes de los muros derruidos por la historia, pudieron con ese afán escrutador.
Sentado en la silla-mecedora de mimbre, en la habitación clara de su casa madrileña, sin perturbar el silencio que reina, las manos quietas, la voz apagada como un susurro de pájaros al caer la tarde.
Paco Ayala, niño granadino, muchacho, hombre y anciano pertinaz. Todo en uno y a la vez. Vestigio de otros tiempos, de otras épocas plagadas de sombras y luces, memoria fiel de un siglo devastado por inútiles guerras inútiles.
Cansado de vivir, de sobrevivir, en la vida del escritor centenario, todavía viven otros que se fueron y sobre sus recuerdos nacen otros que regresan. Derrotada en su propio juego, se cansó la Parca de esperarle y el hilo invisible que lo sostenía lo quebró una corriente de aire de una puerta entreabierta, recién estrenado noviembre, en el mes de los muertos, los crisantemos y la melancolía gris, como gris es la España de hoy.
Amigo Paco, permítame que le tutee, hace falta algo más que unos buenos güisquis por la noche y un poco de miel por las mañanas para llegar donde tú llegaste. Ahí quedó la última botella por la mitad. Tomar las cosas como vienen. Plegarse ante el vendaval. Mecerse con el viento. Y al final, morir. La espiga en el suelo. Un presagio de lluvia entre los cardos resecos. La paz. El silencio. Las sombras.

miércoles, 4 de noviembre de 2009


¿ JALOGÜIN O HALLOWEEN?
Vampiros, momias, zombies, engendros, políticos corruptos, calabazas de muecas terribles iluminadas en la oscuridad, casas encantadas, cementerios, espíritus malignos, hogueras, truco o trato, dulce o susto, niños disfrazados llamando de puerta en puerta, pidiendo caramelos o calderilla.
Es la moda anglosajona que nos coloniza, filtrándose por cualquier resquicio; las provincias sometidas a la nueva Roma americana,- cuyo emperador va a cumplir un año en la cima del orbe- que poco a poco pierden sus señas de identidad diluidas en la aldea global.
Nuestros niños, adictos a la Play, a la Nintendo, a la Wii, a las series de dibujitos, a los canales americanos, parecen clones de los niños anglosajones, a los que copian costumbres y vestimentas. De lo nuestro, de lo propio, quedan restos. Perduran aún las visitas al cementerio, al que los infantes no suelen ir, acompañando a sus padres, porque los segundos los preservan de la idea de la muerte, a la que hemos convertido en invisible y aséptica, y que sin embargo, nos sigue a cada paso que damos, esperando paciente su momento.
Nos vamos muriendo lentamente, día a día, pero aceptamos el peaje, tratando de vivir con más intensidad. Ahora que se abre por estas fechas la puerta que comunica a los vivos con los muertos, la delgada línea se afina, estrechando el pasadizo que nos une. Los espíritus nos visitarán en breve. Cuando lleguen, estemos preparados para el encuentro.
La muerte, esa dama seductora que nos ronda…..