domingo, 10 de enero de 2010

EL SILENCIO BLANCO


Llega el duro invierno a Praga, fiel su cita y queda tan lejana la primavera que parece un sueño que no termina de cuajar. Las calles y las avenidas se cubren de nieve y hielo. Los coches duermen bajo un manto espeso blanco de silencio y hasta las casas y los edificios parecen borrarse en la lejanía.


Sin embargo, te recuerdo en la habitación cálida. Asomada a la ventana, te pintas los labios y el tiempo se detiene, si es que alguna vez lo hizo en la loca cabalgada que nos arrastra atados a sus crines que la nieve que cae pinta de blanco ahora igual que antes.

Estas ahí, bella y hermosa, con tu lápiz de labios, quizás la mirada un tanto melancólica como las calles grises vestidas de invierno. Es la poesía gélida que las nubes errantes escriben delicadamente en el espejo del cielo con versos sin rima. Es la antesala de los besos que nos dimos en ofrenda antes que el tiempo ajustara cuentas con nosotros.

Parecía tan lejano el día que nunca habría de llegar. Pero te confieso que sigue quemándome el roce de tus labios y el código de tus caricias como la primera vez, a pesar de los inviernos pasados, y de éste, que acaba de llamar a la puerta con sus penachos inmaculados.

Caen espesos los copos en las calles de Praga, silenciosos, fugaces , fieles a la estación que los convoca. Nieva afuera, pero no el corazón. Recuérdalo.


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