lunes, 8 de marzo de 2010

LA HUIDA DE LA CIUDAD DE LAS PERSONAS


No, no es tristeza lo que sentimos por la marcha ¿ repentina, anunciada, casual, forzada? de D. Alfredo, que tuvo el honor y no supo aprovecharlo de ocupar durante tres legislaturas, tres, el sillón principal del Consistorio sevillano. Apoyado, en unas ocasiones en la muleta del PA- que expía sus pecados con el olvido - y en otras, como ahora, en una IU representada en la capital por el tío de la pipa, el polémico Torrijos.


Tampoco lástima debemos sentir por un político al que ni su mismo partido parece interesarse ya por él, salpicado por una gestión con más luces que sombras y cuya puntilla definitiva ha sido la sentencia del Supremo respecto a las facturas falsas y a la pestilente trama corrupta que rodea al caso Macarena o al flanco abierto del caso Mercasevilla, también de corte similar , cercándolo peligrosamente.

Y el cuento sigue : el tema de las obras faraónicas como las burdas e inacabadas setas del mercado de la Encarnación, que de seguro no inaugurará; la orden de convertir en peatonales determinadas calles principales atendiendo al criterio de su santa voluntad; el trenecito de juguete al que le pongo y quito catenarias; el desalojo de los Bermejales con sus bolsas de dinero; la quiebra técnica de Tussam y otras empresas municipales para los que no hay millones ni planes que las salven de la bancarrota; o el metro con tan pocas líneas en funcionamiento, o el asuntillo de las casetas, etc, etc, y así podíamos continuar sin terminar, porque 12 años dan para mucho tomate y mucha tela que cortar. Y aquí la ha habido.

Pero lo mejor es que el bueno de Alfredo no engrosará las listas del paro, que su partido se empeña en aumentar mes a mes en esta mojada Andalucía de los chubascos continuos. No, él tendrá más suerte. Los colegas de formación que militan codo con codo le buscarán otro pesebre cálido y confortable para que se restablezca de las heridas provocadas por su irregular gestión al frente de la Alcaldía durante sus tres mandatos.

Ahora mismo, el Ayuntamiento sevillano quedará vacío de poder, porque aunque Griñán lo obligue a terminar la legislatura, cosa que es posible que no cumpla, deberán potrear a un nuevo candidato que no tenga mácula alguna en su expediente y caso de seguir ahí obligado , la mente de Monteseirín estará puesta en otro lado, pensando en las musarañas o ideando un nuevo viaje que lo saque del espectro de la Sevilla que él mismo ha creado. Quizás, simplemente repitiendo la rutina de su prolongado Alfredato: permanecer in albis, a verlas venir.

Fotografía del Alcalde que no aguantará en el sillón por mucho que se lo pida el partido.

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