jueves, 13 de mayo de 2010

¡ NO, HIJA, NO !



Nos vamos quedando cada vez más solos, más huérfanos de la risa sana que nos ilumine las pajarillas del alma. Y es porque los cómicos, una vez acabada la función, sentados frente al espejo en los camerinos, se van despojando del maquillaje que deja al descubierto las cicatrices invisibles que el poso del tiempo escribe sobre la piel. Y una vez vestidos de calle, con su traje y agarrados a la maleta de cartón, vuelven la mirada al escenario con nostalgia, sueltan un suspiro hondo y mientras las luces de la platea y del pasillo se van apagando a sus espaldas, caminan en silencio hacia la salida.



Es lo que hizo ayer, el gran maestro Antonio Ozores , a la edad de 81 años. Alto y desgarbado, de mirada traviesa o inocente, actor y director, escritor y hombre de radio, ser polifacético y múltiple, protagonista de 168 películas e incontables obras de teatro, compañero de Tip y Coll, de Concha Velasco, de Lina Morgan, de Andrés Pajares, de Antonio Esteso, de otro grande como José Luís López Vázquez y de un increíble elenco de cómicos de la legua como los que alumbraron los intensos años de la Transición, al calor de una recuperada libertad que dio como fruto la época del Destape.


Años prodigiosos y duros para los actores de la farándula, y que como dice Pepe Sacristán tampoco suponía un inconveniente porque “ éramos jóvenes y teníamos toda la vida por delante”. Pero la vida se acaba, como una vela que se consume. Y al gran Antonio se le apagó ayer, para sorpresa de amigos, admiradores y público en general , al que la noticia cogió con el pie cambiado.


Él ,inventor de palabras y lenguajes, improvisador genial y ocurrente, padre del diálogo surrealista, explorador desvergonzado de equívocos y coletillas que son ya parte del acervo de esta España maltratada que todo lo aguanta, nos dejó físicamente en un día como ayer, acentuando de paso la soledad particular que nos rodea como un halo invisible , que una sola de tus sonrisas- te recordaremos, Antonio- bastaba para conjurar.


Gracias por endulzarnos la vida, Maestro.

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