jueves, 18 de febrero de 2010

EL COMBATE



El Circo Máximo rebosa como una caldera en ebullición y se mantiene expectante. Tras dos meses blancos tocándose la gaita, el público vuelve a ocupar las graderías. Es una jornada festiva que arrojará algo de luz sobre el sombrío panorama de este bienio negro en el que el trigo comienza a escasear y la turba, la plebe , desocupada muestra signos de inquietud.


No brilla el sol ni la calor sofoca ni revolotean jodidas moscas. El cielo anda nublado, a punto de descargar como lleva sucediendo desde hace meses. Pero el combate no puede aplazarse. Suenan los pífanos y las fanfarrias y un rugido ensordecedor sale de las gargantas del populacho enfervorecido cuando ambos gladiadores pisan la arena que recibirá la sangre cálida de uno de los dos.

En el lado izquierdo, con red y tridente, los músculos tensos brillando por el aceite, un esclavo leonés de origen hispano- Zapaterus- invicto desde hace seis años y que cada vez que combate da la impresión de que la suerte se le va a acabar y luego , tras los primeros compases , fintas y escaramuzas, esquiva con tiento la avalancha de golpes que recibe y no termina de dar con sus huesos en tierra. Al final, sin convencer ya a casi nadie, gana por la mínima o se escapa por tablas.

En el lado derecho, a escasos metros de distancia, bien plantado sobre la arena, con el mentón apretado y la mirada fija en el contrincante, con escudo y espada corta, el esclavo gallego criado en las lluviosas tierras del norte galego- Rajois- espera asestar hoy el golpe definitivo al campeón rubicundo que sonríe a todas horas con motivo o sin motivo y que acusa un semblante cansado y marcadas ojeras sin quitarle ojo de encima.

Con pasos decididos caminan ambos al centro del foso. Saludan a sus seguidores y al Emperador con la frase de rigor y se golpean el pecho con fiereza. El público ruge convulso. En el exterior, el Imperio se desmorona pero poco importa. Ahora sólo quieren sangre y espectáculo. Aquí e inmediatamente.

Se acabó el tiempo de los pactos y las componendas con tal de salvar el culo y ganar tiempo. Que hablen las espadas.

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