martes, 16 de febrero de 2010

EL ABRAZO DE LA ISLA

Vivieron por estas tierras fecundas hace 6.000 años. Lógicamente España no era España ni Andalucía, Andalucía. Desconocemos de donde venían y por qué razón se asentaron en lo que hoy es el actual San Fernando ( Cádiz), que entonces era una completa isla separada del continente por cientos de metros. Pero allí han aparecido, en unas excavaciones de lo que se tiene pensado sea un campo de hockey. Enterrados en una inmensa necrópolis con alrededor de 300 túmulos, de los cuales se han documentado unos 83 individuos sepultados en fosas sencillas o en tumbas más elaboradas en las que se utilizaron piedras de mediano tamaño, lo cual denota la existencia de clases diferentes entre miembros de un mismo grupo, lo que los asemeja una barbaridad con los humanos de hoy en día, donde sigue habiendo poderosos y excluidos según el patrón que todos conocemos de sobra y que no hay crisis ni cataclismo que pueda derrocar.



Y entre todas las tumbas, una muy especial. No sabemos quién o quienes los depositaron con mimo de esa forma, abrazados uno junto al otro, los brazos y las piernas en contacto. Los restos de la izquierda pertenecen a una niña de 12 años. Los de la derecha, a un varón de 35 o 40 años ¿ Acaso eran padre e hija?, ¿ O una pareja a la que la muerte sorprendió al mismo tiempo?


Nunca lo sabremos a menos que nuevas pruebas trataran de demostrar el parentesco de ambos. Lo cierto es que los miembros de la comunidad que les dio sepultura sabían del poderoso vínculo que existía entre ellos. Y los colocaron así. Abrazados y tocándose, igual que otra pareja hallada en una villa romana de una barriada de Mantua, también con 6.000 años de antigüedad, los amantes de Valardo, que vivieron, igual que ellos, en el Neolítico.


Debían tener algo inusual y mágico para que el grupo los respetara y honrara colocándolos en esa postura inequívoca, para que un día, miles de años después, los hallasen así, unidos y entrelazados. Y es que es cierto: Omnia vincit Amor. Incluso al tiempo, que derriba las torres más altas y hace desaparecer imperios que parecían eternos y que ahora son arena que el viento arrastra.



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