jueves, 24 de junio de 2010

LOS DÍAS SIN FIN

Se abre el tiempo infinito del juego para los niños. Las tardes largas, la piel dorada , los cabellos rubios, los helados al atardecer en un paseo en que el sol se pone en lontananza brillando con la altivez del que se despide hasta mañana, sobre las cúspides de las altas montañas, sobre el espejo cegador del mar azul. Para ellos dura una eternidad, para nosotros, un suspiro, que sin embargo nos hace revivir,  al mirarlos chapotear en las piscinas, devorando un pedazo de sandía o dormidos en la penumbra de la habitación, al niño que una vez fuimos y que se quedó muy dentro, como un ensalmo o un encantamiento, atrapado tras los numerosos pliegues que la red de los días tejió sin conmiseración como una costura de horas muertas junto al corazón.

Fotografía original de Casiano López @

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