lunes, 21 de junio de 2010

INFAMIAS

Al igual que “ algo huele a podrido en Dinamarca” que decía el príncipe Hamlet , algo indefinible, turbio y sombrío acecha por los tejados de Sevilla que el peso de la caló perdona a estas alturas . A la desgracia de tener un alcalde viajero que rara es la ocasión en que no da la nota- pésima, normalmente- , y siempre en el punto de mira de los medios no afines por sus astracanadas y abusos, tenemos que sumarle por segundo año consecutivo la tragedia que sufre la mitad de la sociedad sevillana en el plano deportivo con dos años consecutivos de la debacle de un Betis en segunda cuya intrincada situación societaria y financiera no la sortea ni un experto en salir de los laberintos más liados y enreversados que existan , por muy puesto que esté la criaturita en lidiar con similares tareas de esa envergadura. Eso , sin contar la legión de parados que sufre la capital andaluza ni el altísimo cupo de mantenidos y paniaguados que crecen a la sombra de la elefantíaca administración de la Junta de Andalucía, comandada por el amigo Pepe Griñán y su nueva corte aúlica. Que un perturbado arremetiese ayer contra la venerada imagen del Señor de Sevilla, Jesús del Gran Poder, en el mismísimo camarín de su Basílica , descolgándole el brazo, la camisa y la túnica a base de golpes y patadas propinadas a la famosa talla del siglo XVII, en un descomunal ataque de histeria nunca visto contra una imagen de culto por estos parajes, no dice nada bueno de los tiempos que corren para esta Roma del Sur, antaño gloria y capital del mundo y hoy, anquilosada y vetusta ciudad provinciana.

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