miércoles, 28 de octubre de 2009

Una breve semblanza


EMILIO RUBIALES ROJAS
UNA BREVE SEMBLANZA

Coincidiendo casi en el tiempo con el fallecimiento de Sabino Fernández Campos, ex- Jefe de la Casa Real, que se ha llevado a la tumba los secretos del 23-F, acaba de fallecer en Ubrique Emilio Rubiales Rojas , primer Alcalde democrático de Ubrique y diputado a Cortes por el PSA de 1979-1982, y que fue testigo presencial de aquella famosa asonada que estuvo a punto de conseguir que España volviera de nuevo a las cavernas, retrocediendo en la Historia, recién iniciada su andadura democrática.
Con la muerte de este político ubriqueño se cierra una forma de entender el oficio como servicio al pueblo, como un acto de cercanía con el ciudadano, ejerciendo un estilo más limpio , decente y pulcro, lleno de buenas maneras y gestos, que el actual, muy lejos de ese ideal que citamos.
Son muchas las cosas que se pueden decir de este político de raza, que compatibilizó la Alcaldía de su pueblo con un acta de diputado en el Congreso, en los años ilusionantes de la Transición, y que entre viaje y viaje a Madrid, comenzó a levantar el armazón de un Ubrique con proyección de futuro, moderno y eficiente, que debería haber sido durante más tiempo el verdadero motor de la Sierra de Cádiz, en el que la Cultura debía ocupar un lugar preeminente y primordial y al que había que darle su sitio tal como se hizo en la primera Corporación de la democracia local, presidida por él.
Recuerdo ahora con nostalgia tantas reuniones que celebrábamos en el patio acogedor de su casa, de la que nacería el germen de lo que posteriormente sería el PA local , cuando el gusanito de la política y la ilusión por cambiar lo que podía mejorarse, me entró con fuerza y pasión, hasta que la desilusión y el hastío hicieron mella en mí , décadas después.
Recuerdo también las interminables reuniones de partido, las duras campañas electorales y sus pobres resultados, las cainitas luchas internas por el poder dentro del PA a lo largo de los años, y sobre todo las veces que asistía a los Plenos desde el público, para que Emilio y también mi padre, no se sintieran demasiado solos en la bancada de la oposición- en el dilatado período de hegemonía socialista presidida por Ignacio Calvo- en la que ambos se enzarzaban en ásperos y rudos debates en el que las palabras subían fácilmente de tono, y que ahora, vista con la distancia que da el tiempo, me acercan una visión más romántica y entregada del ejercicio político, muy lejos del ambiente generalizado de corrupción que se respira en la España actual, por desgracia para todos.
Se ha marchado, pues, un ubriqueño ilustre al que en el año 2004 se le negó el título de Hijo Predilecto de Ubrique, a petición del PP, argumentando el entonces portavoz del PSOE, José María Reguera, que el propuesto no reunía méritos suficientes para ello.
Sí, es posible que así fuera. Que haber sido Alcalde y el único diputado a Cortes de Ubrique hasta la fecha, no sean motivos suficientes para ser distinguido, y que para haberlo obtenido de manos de sus compañeros hubiera tenido que destacar de manera harto notoria y brillante en la faceta política, que fue la que cultivó principalmente.
En realidad, da lo mismo, ahora que acaba de dejarnos. Sin embargo, para la intrahistoria de su pueblo, para la memoria de los ubriqueños, que es lo que de verdad importa, lejos de las refriegas y rencillas partidistas, Emilio Rubiales quedará para siempre como un prohombre a la antigua usanza, fiel servidor a la noble causa del arte de la política, basado en el diálogo y los acuerdos, y no en las descalificaciones y la ineficacia tan comunes hoy por hoy.
Con sus aciertos, que los tuvo, y sus errores, que también los tuvo, lo único que ha de quedarnos es su imagen de servidor público, desde la responsabilidad de liderar un gobierno municipal o desde la soledad del banquillo de la oposición , sin menoscabar su período madrileño, tan interesante y vital. Todo lo demás sobra. Quiérase o no, ya forma parte de la historia de Ubrique y por lo tanto, el legado que no deja a nosotros, que le conocimos y a las venideras generaciones debe ser recordado con orgullo y honor.
Parece que fue ayer cuando bajaba las escaleras del Ayuntamiento con su cigarrillo Record en la mano , joven o maduro pero siempre ilusionado y comprometido , cargado de papeles, por esa misma Puerta principal de la Casa de Todos, que ahora permanece cerrada, y que él abrió de par en par como símbolo de libertad.

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