viernes, 6 de noviembre de 2009


LAS CIUDADES DE RAFAEL
El cielo se torna gris ceniza. Se encapota y se cubre con una infinita variedad de grises cambiantes, para que noviembre se sienta a gusto, y las luces amortiguadas de los días mortecinos se vayan acompasando al verdadero otoño.
Gris como el color del asfalto. Como las nubes que ocultan la sierra. Como la melancolía que destilan los grises días de nuestra vida. Como la atmosfera irrespirable de las grandes urbes. Como el vaho gris que besa las cristaleras de las agujas enhiestas de los rascacielos. Gris como la soledad cortante de una habitación de hotel. Como la gasa indolora que nos aprisiona el corazón o los raíles desgastados de una estación de tren – gris y polvoriento – animal cansado que va a ninguna parte.
Megalópolis, autopistas, calles urbanas, calles de pueblo, ventanas, carreteras, paisajes de ciudad o rurales, bodegones quietos, este es el universo particular del artista ubriqueño Rafael Domínguez . En las 23 obras que expone en el Claustro del Convento de Capuchinos de Ubrique, a modo de retrospectiva, puede seguirse a la perfección el hilo conductor que lleva desde los primeros cuadros a los más recientes.
Se puede seguir sin obstáculos la senda por donde el pintor indaga y va perfeccionando una técnica que se convierte en depurada a fuer de experimentar sobre una temática- como es la de los grandes espacios urbanos poblados de avenidas y automóviles – que se presta al juego de las texturas , las perspectivas y los efectos luminosos, partiendo de grandes manchas de oscuridad en las que se construye la arquitectura de estas ciudades deshumanizadas donde no aparece ninguna referencia humana como tal, y que valen también para cuadros de formatos más pequeños y resultones.
Siguiendo este pálpito que le ha dado grandes satisfacciones y reconocimientos públicos, Rafael Domínguez marca una línea y se dota de un estilo que lo identifica entre los demás pintores, como podemos ver en las obras que cuelga en el Patio del Convento.
Con dominantes agrisadas y oscuras, más la calidez en el tratamiento de los ocres y el eficaz efecto de las luces, ganan los cuadros en densidad y misterio, que el pintor resuelve con seguridad y destreza.
Quedan atrás los primeros balbuceos y tanteos preliminares en busca de un camino que ahora , en este año del 2009, recorre Rafael con la determinación del que sabe que aún queda mucho por descubrir, y que aunque parezca que ya se ha dicho todo en el mundo de la pintura, solamente es una verdad a medias, pues cada pintor es consciente de que cada cual tiene su forma peculiar de expresarse, su propio acento y por ahí debe seguir. Por todo ello le felicitamos y animamos sabiendo que va por el buen camino.
Con el ciclo de exposiciones del Convento se atestigua mes a mes el excelente estado de salud de la pintura ubriqueña , en la que conviven a la perfección los artistas de dilatada trayectoria y consolidación con el impulso renovador de los más nuevos, que llevan tiempo empujando con fuerza el carro de una enseña que ya es bandera y seña de identidad de Ubrique.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu crónica es un preciso cuadro, Casiano, solo que emplea palabras en vez de trazos de pincel.