Si Usted cree firmemente que el Armagedón o el fin
del mundo- que los mayas han fijado para el cercano 21 de diciembre, el día más
corto del año, solsticio de invierno- va a ocurrir con toda certeza, debería
entonces decidirse a hacer lo que nunca se atrevería a realizar en condiciones
normales, por cobardía, dejadez o simplemente por falta de confianza en sí
mismo.
Me permito recomendarle algunas sugerencias de un
posible menú de iniciativas, por ejemplo:
Susúrrele con ternura a su pareja, compañero o
amante eventual- si acaso es verdad- lo mucho que le quiere, y si su estado
físico y mental lo permite, haga el amor de forma continuada- tómese algún
descanso entre refriega y refriega- hasta que los niños de San Ildefonso
comiencen a desgranar su larga letanía de números en busca del deseado Gordo de
Navidad, con lo cual debería sentirse feliz por haber llegado con vida al día
22 y de que no se haya producido ningún apagón tecnológico que le impida sacar
dinero del cajero. Con suerte, puede que
le toque hasta la pedrea. En caso contrario, alégrese del placer experimentado
días atrás.
Siguiendo en la misma línea, dígale a sus padres y
familiares con los que sienta más empatía, lo agradecido que les está por su
apoyo incondicional en cada uno de los baches experimentados a lo largo de su
vida y en mayor medida, a los padres por el hecho irrebatible de haberlo
engendrado y traído a este mundo, a
veces ingrato, a veces feliz.
Igualmente haga lo mismo con sus amigos-as del alma,
aunque estos no lleguen a sumar los dedos de una mano. Sí, con aquellos con los
que tomó tantas copas, se divirtió en tantas fiestas y eventos de múltiple
naturaleza, desde la infancia a la
adolescencia y la madurez de la que ahora goza y con los que, a pesar de los
contratiempos pasados, nunca le fallaron, mostrándole su afecto y calor ,
arrimándole su hombro para que Ud pudiera echarse unas lagrimitas,
indispensables para el desahogo.
Y ya puesto, no se detenga, si lo primero fueron felicitaciones,
ahora llega el turno de los agravios. Para empezar, dele caña a este gobierno
de tintes azulones tirando a cobalto, que un día, no tan lejano, votaron
millones de ciudadanos creyendo que el desastre propiciado por el banquillo
socialista tras 8 años de singladura iba a tener remedio. Perdida ya la ilusión
como yo perdí a mi abuela, desahóguese lanzándole todas las lindezas que se le
ocurran a este Presidente del Gobierno que fue tan locuaz en la oposición y al
que el cambio de sillón y vivienda han terminado por volverle autista y mudo,
incapaz de reconocer que sus promesas se las ha pasado por el forro en un
tiempo digno del mejor corredor de la historia.
No se corte, pues. Una vez perdido el pudor, da
igual. Cáguese-disculpen la expresión
como desfogue físico e incluso espiritual en toda
esa caterva de banqueros y especuladores financieros que han contribuido con
saña, de la mano de los políticos, a que Ud se haya empobrecido tan
radicalmente, a base de recortes, tijeretazos y puñaladas traperas, recibidas a
traición- como el mismo César a los pies de la estatua de Pompeyo- ya sea desde
el gobierno central o el autonómico, teniendo que sufrir además la medicina extra
de tener que oír como los muy cretinos se echan las culpas del desastre los unos
a los otros, tomándonos por tontos del culo.
En resumen, para ir haciendo boca y a la espera de
que con la Lotería ocurra lo mismo de siempre, siga este guión básico: haga el
amor con obstinación, coma en compañía de sus padres y hermanos, copee con sus
amigos sin llegar a perder la conciencia, siga insultando al gobierno- porca
miseria- y ponga como un trapo al Jefe del Gabinete y a toda la bancada azul y
extienda los improperios al feudo donde viva- nosotros, Andalucía- y después
espere a ver si pasa un cometa o una bola de fuego. Y si no, respire hondo,
cierre los ojos y evádase de este mundo unos instantes.
Cuando regrese, estará preparado para afrontar una
nueva Era.
No hay comentarios:
Publicar un comentario