Con lo poco, poquito que vi del programa
de Canal Sur sobre Ubrique hace ya un par de semanas, e incluso antes, al
conocer quién iba a ser el conductor del mismo, un tal Rafael Cremades, un
resorte interior me impidió hacerme demasiadas ilusiones sobre el resultado
final. Descartada entonces la seriedad de un producto divulgativo que ayudara a
desbrozar algunos tópicos muy arraigados y falsos sobre mi pueblo, lo que quedó literalmente al aire es la imagen
sesgada e irreal que a la productora y al medio le interesaban. Más les hubiese
valido hacer una consulta a un significado compañero de la misma empresa para
que éste les indicase por dónde debían ir los tiros cuando se ha optado
por hablar sobre la identidad de un pueblo tan
significativo como Ubrique, antes de acometer tamaño infortunio televisivo de no
poca duración.
Por esa razón, el artículo de opinión de
Remedios Rubiales en su blog junto al centenar de comentarios derivados del
primero, la acertada reflexión de Serafín Maza en Los Callejones, o el breve
apunte de Miguel López en las redes sociales y muchos más que no voy a citar
para no ser prolijo, atestiguan lo lacerante e insultante que llegó a ser la
difusión de un pesado pastiche pésimamente enfocado, que
en vez de calmar las aguas sobre nuestro pueblo, al modo contrario, ha generado
un efecto muy similar al cabreo, si, si en efecto ha molestado a muchos y
variados ciudadanos-as de la localidad.
Y así, negro sobre blanco estos han
dejado constancia de su general descontento y aunque siempre será un acierto
dedicar cualquier tiempo a este pueblo increíble y maravilloso de la Sierra de
Cádiz en el medio de comunicación que tercie, si ello sirve para engrandecer
aún más su nombre, ya de por sí, emblemático- aquí es donde tuvimos la enorme suerte de que nuestras madres nos
nacieran, detalle que nunca terminaremos de agradecerles suficientemente- creo
convencidamente y a título personal que tampoco es imprescindible apoyarse en
ninguna muleta – entiéndase lo que se quiera- para propagar por el ancho mundo las bondades de su nombre, el carácter
afable de sus gentes, la belleza de su entorno, lo extraordinario de su
industria, el talento de sus nuevas generaciones y la sabiduría acumulada de
las anteriores, por citar algo a vuelapluma.
Por lo tanto, aprovechar a Jesulín- que
no es ni bueno ni malo- que conste, porque es lo que es, simplemente, para
hacer de su personaje el hilo conductor, el eje vertebrador del programa, el
pivote sobre el que girara lo demás, cuando se podía haber escogido a alguien
diferente o haber prescindido de ese u otro referente, para inclinarse por una
polifonía coral de múltiples voces, no cabe duda de que con la segunda opción
el acierto hubiera sido mayor.
Pero nos ha quedado claro que se buscaba
lo mismo de siempre. Para ese viaje no se necesitan alforjas. Se busca al
torero retirado y se le realiza una entrevista para revivir su polémica y
fulgurante carrera quedando con el maestro inactivo donde a ellos le encarte y
se le calza una entrevista a medida para mayor fama del artista. Y como decía
mi tio Antonio, que en gloria esté: aquí paz y después gloria. Hasta aquí,
perfecto. Al que le gusta, le gusta y al que no, pues ya se sabe, coles.
Lo que no cuela es grabar a un montón de
personas ilusionadas que han colaborado sin preguntar pensando que su
aportación sería útil para la difusión del pueblo de sus entrañas, para que les
recortaran de su limitado tiempo para darle más cancha a Jesulín.
Da
igual, de todas formas, Ubrique ha sido, es y será más que su torero y cien
matadores más que por allí vieran la luz. Ubrique es una sustancia indefinible,
una mezcla inimitable de sus gentes, de su historia, de su arte, de su carácter,
de su belleza, de su industria inigualable. En fin , de todos aquellos-as que
se levantan cada día mirando su Tajo y su S. Antonio, al que tienen asidos su
corazón y su alma formando una alianza intemporal e indisoluble, libre de las
contingencias y sufrimientos diarios. Los de allí lo sabemos bien y lo llevamos
a gala donde quiera que estemos.
Sólo
unos pocos afortunados-as pueden escoger donde nacer. Ah, y además distinguimos
a las claras, lo falso de lo verdadero. El sentir del pueblo, su latir, su
pulso indesmayable, del eco lamentable y los ruidos molestos de la irrealidad
que emanan este tipo de televisiones fecales y del coro mediático-político que
ampara semejante bodrio.
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