En la ciudad, preñada de ruidos y humo, la soledad dibuja en las sucias paredes retazos de tiempo con gruesos trazos. Perdido entre la multitud es cuando uno se siente el vértigo del vacío y de la nada que te fagocita por el fregadero de la vida. Las ciudades no son más que colmenas de solitarios separados por celdillas. En el suelo gris un aura de pisadas invisibles sin rumbo se entrecruzan superpuestas que un viento anónimo terminará por borrar. Como dibujos sin firma en una estación perdida.
Fotografía original de Casiano López @
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