Las llamaradas violetas reflejos
en el cristal,
las tibias oquedades que voy dejando
a mi paso,
que me siguen
habitación tras habitación,
en un halo
de piel delgadísima,
extremadamente sutil,
no puede abrumarme la soledad
si cerca de mis pasos,
otros que también son yo,
callados, me acompañan.
1 comentario:
Casiano, me dejas sorprendido: compruebo que versificas tan bien como escribes prosa. ¡Felicidades!
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